sábado, 22 de mayo de 2010

EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA GRIEGA.


PERÍODO ARCAICO.

Durante el siglo VII a.C. se avanza hacia cierto expresionismo con unas imágenes escultóricas realizadas en madera con un ligero estrechamiento en la cintura, lo que recuerda al tronco de un árbol. Su hieratismo lo pone en relación con Oriente. Los conocemos por modelos realizados ya en piedra como la Dama de Auxerre de finales del siglo VII a.C. o la Hera de Samos de la primera mitad del siglo VI a.C.

Los juegos atléticos familiarizaron al griego con la desnudez masculina y el canon de belleza, por lo que se dieron a la exaltación del cuerpo humano masculino.

Los Kuroi son imágenes de los atletas vencedores, de pie con los brazos estirados a lo largo del cuerpo y una de las piernas adelantadas de clara influencia egipcia. No adelantan movimiento alguno y denotan una gran inexpresividad aunque a finales del siglo VII y hasta el V a.C. sufrirán una importante evolución ganando en expresividad y movimiento.

Las Korai son las representantes femeninas. Casi todas las conocidas proceden de la Acrópolis de Atenas y son figuras sonrientes, siempre vestidas y con cabellos recogidos en la nuca. Ganan en naturalismo a la vez que se desarrolla el tratamiento de los cabellos y del vestido. Siempre aparecen con policromía.

Los relieves de ésta época se utilizan como decoración templaria. Se conservan los del primer Hecatompedon del Partenón, los del templo de Prinias en Creta, el de Artemisa en Corfú (Medusa flanqueada por dos panteras inmóviles) y el tesoro de los Sifnios en Delfos.


PERÍODO CLÁSICO.

SIGLO V A.C.:

Los escultores de Kuroi y Korai se esfuerzan en representar las formas anatómicas de una forma realista, eliminando el hieratismo y la rigidez propias de la época arcaica. Tras este proceso evolutivo, las esculturas del primer tercio del este siglo representan la transición hacia el clasicismo. Es conocida como la etapa del Estilo Severo que durará hasta la época de Fidias. Se caracteriza por la idealización de la figura humana, la búsqueda del equilibrio sereno y la dignidad en cuanto a las representaciones de los dioses.

Artistas de este periodo son Pitágoras de Samos, Kritios, Mirón y Policleto.

De Pitágoras de Samos es con toda probabilidad el Auriga de Delfos, en bronce y que representa al conductor victorioso de una biga o una cuádriga. Formaba parte de un grupo perdido. Mantiene una cierta rigidez arcaica.

A Kritios se le atribuye el grupo de los Tiranicidas y el efebo de la Acrópolis, rompiendo con la clásica frontalidad arcaica.

Anónimos son el Trono Ludovisi, con la representación del nacimiento de Afrodita y pionera en la llamada técnica de los paños mojados (transparencia anatómica) y el Trono de Boston.

Los frontones del templo de Afaia en Egina suponen un gran avance en la representación del desnudo, aunque se mantiene todavía la sonrisa arcaica. Los frontones del templo de Zeus en Olimpia con la centauromaquia, entre otros, son de gran solemnidad.

De Mirón nos han llegado dos obras: el Discóbolo y el Grupo de Palas, Atenea y Marsias. Se interesa por el estudio del movimiento del cuerpo humano, no dudando en situar sus figuras en posturas violentas. Es de un acusado naturalismo aunque se mantiene el rostro y el pelo arcaicos.

Policleto, era broncista. Se preocupa por la consecución del canon ideal del hombre, esculpiendo figuras armoniosas. Instauró el canon de 7 cabezas (el cuerpo humano perfecto es la medida de 7 cabezas). De sus obras destacamos el Doríforo (portador de lanza)y el Diadúmeno (atleta atándose una cinta a la cabeza). El canon de la mujer lo plasma en su obra Amazona herida, realizando esta obra en una competición en la que ganó a Fradmon, Crésilas y Fidias.

Ya en época plenamente clásica, destacamos la figura de Fidias, escultor que consiguió resolver la manera de decorar los vértices bajos de los frontones, el giro de los cuerpos, etc. Sin embargo, lo realmente innovador fue el tratamiento dado a las vestiduras. Los abundantes y sinuosos pliegues de los vestidos se pegan al cuerpo, pero no impiden llevar a cabo un profundo estudio de la anatomía de la figura. Es una excusa para conseguir un mayor naturalismo antropomórfico. Pericles le encargó la dirección de los trabajos en el Partenón. En su frontón oriental, narra el nacimiento de Palas Atenea de la cabeza de Zeus. Son esculturas no aisladas, sino concebidas en bloque. El frontón occidental lo ocupa la lucha entre Atenea y Poseidón por el dominio de la ciudad de Atenas, con gran estudio del movimiento. El friso corrido representa, con viva policromía, la procesión de las Panateneas y será en las metopas donde el artista introduce la cooperación de otros en los temas. Se relatan la centauromaquia, la gigantomaquia, la amazonomaquia y la guerra de Troya. Son figuras de relieve bastante abultado sobre fondo liso. Por copias romanas conocemos la estatua de Atenea Prómacos con casco y lanza de 15 metros altura, la Atenea Lemnia, en bronce y ataviada con un simple peplo y la Atenea Partenos, estatua crisoelefantina (marfil y oro), así como una estatua de Zeus de Olimpia.

SIGLO IV A.C.:

Las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas cocluyeron con la derrota de ésta última y una consiguiente transformación en el arte. La idealización y la serenidad dará paso ahora a una necesidad de desvelar los sentimientos y estados de ánimo de las figuras. Surge así una escultura mucho más expresiva y acentuada.

Nace el retrato de tipo realista en contraposición al arquetipado del siglo V a.C y una gran diversidad en las obras.

Praxíteles se esforzará por provocar un aliento psicológico a sus obras, dotándolas de una profunda melancolía. Prefiere cuerpos de adolescentes, ligeramente arqueados buscando apoyarse en algo (curva praxiteliana). Destacamos el Hermes de Olimpia, el Sátiro escanciador, la Afrodita de Gnido y el Apolo Sauróctono que representa a Apolo matando a una lagartija.

Scopas de Paros intenta, igualmente, revelar los estados de ánimo aunque con un carácter mucho más patético y atormentado.

Lisipo representa la transición entre los clásico y el helenismo.


PERÍODO HELENÍSTICO.

Las conquistas de Alejandro en el siglo IV a.C. abrieron el mundo a la cultura helena. Ahora bien, a finales de la centuria se produjo un cambio brusco. El arte que había perseguido el equilibrio entre la realidad y la belleza, entra en una pausado declive.

La escultura tiende ahora hacia la orientalización y el sincretismo (Venus de Milo), se acentúan también los movimientos y temas fantásticos (Sátiro Barberini), se introducen escenas de la vida cotidiana (Espinario, Niño de la Oca) o retratos mucho más realistas representando la vejez y la fealdad.

Cuatro escuelas destacamos de éste periodo:

  1. Pérgamo: destaca Epígonos con sus galos invasores (Galo moribundo y Galo suicidándose). Altar de Zeus.
  2. Rodas: Coloso realizado por Cares de Lindos, Victoria de Samotracia de Pitócritos, Lacoonte y sus hijos obra de Agesandro, Atenodoro y Polidoro.
  3. Tralles: Toro Farnesio de Taurisco y Apolonio de Tralles.
  4. Alejandría: Estatuas de enanos, negros, escenas costumbristas, etc.

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